Rafael Michel.-
A partir del sábado 18 de Abril de 2015, los restos de la escritora más famosa de México, Sor Juana Inés de la Cruz fueron depositados en el antiguo templo de San Jerónimo de la ciudad de México Distrito federal y con ello se celebraron 320 años de su fallecimiento.
I
Las nuevas genenraciones de estudiantes tanto de secundaria como de
preparatoria deben de leer más las obras de Sor Juana Ines de la Cruz -Juana Inés de
Asbaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual México, 1651 - Ciudad de
México, id., 1695- quien fue una gran escritora mexicana, la mayor figura de
las letras hispanoamericanas del siglo XVII. La influencia del barroco español,
visible en su producción lírica y dramática, no llegó a oscurecer la profunda
originalidad de su obra. Su espíritu inquieto y su afán de saber la llevaron a
enfrentarse con los convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos ojos
que una mujer manifestara curiosidad intelectual e independencia de
pensamiento.
Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho
escribió su primera loa. En 1659 se trasladó con su familia a la capital
mexicana. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor
de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada
por los marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por
su erudición, su viva inteligencia y su habilidad versificadora.
II
Las campanas doblaron para acompañar el último camino de los restos
atribuidos a Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), que hoy fueron depositados
en el antiguo templo de San Jerónimo de la capital mexicana con motivo del 320
del fallecimiento de la religiosa.
Resguardados dentro de un ataúd coronado por el rosario con el que
fueron encontrados, los restos fueron llevados hasta el Coro Bajo del recinto,
cumpliendo así con la voluntad expresada por la autora antes de su muerte.
Allí, rodeados por rosas rojas, fueron depositados bajo los versos
"Triunfante quiero ver al que me mata, y mato a quien me quiere ver
triunfante", que escribió la propia Sor Juana.
En su trayecto hasta su nuevo lugar de descanso, el ataúd fue
acompañado por un numeroso grupo de personas que se habían acercado al lugar
-muchos portando flores- para recordar a la autora, así como por el sonido de
las campanas, que doblaron en señal de duelo de la misma forma en que lo hacían
en el siglo XVII.
La ceremonia, señaló la rectora de la Universidad del Claustro de Sor
Juana (UCSJ), Carmen Beatriz López-Portillo Romano, se ha realizado para
"honrar" a la poetisa y a las monjas profesas de San Jerónimo que
fueron encontradas en las excavaciones realizadas en el antiguo templo entre
los años 1974 y 1981.
III
Frente al ataúd, que ha quedado protegido por un cristal, la rectora
recordó la lucha por "la defensa de la libertad y del derecho a la
palabra" que ejerció la llamada "Décima Musa".
Después de las palabras de López-Portillo se escuchó una grabación con
la oración fúnebre que el hoy extinto poeta Octavio Paz compuso para Sor Juana,
y que recitó en el 300 aniversario de su fallecimiento.
A continuación, la vicerrectora de Investigación y Proyectos Creativos
de la Universidad, Sandra Lorenzano, presentó una semblanza de los
recientemente fallecidos Arturo Romano Pacheco y Teresa Jaen, quienes
encabezaron las excavaciones en que los restos fueron encontrados.
A pesar de que la identidad de Sor Juana no está confirmada en su
totalidad, ya que no se pudo realizar una prueba de ADN, sí hay indicios, como
un análisis comparativo del cráneo, que apuntan a que los restos sí pertenecen
a la autora, una de las figuras más destacadas de la literatura novohispana.
IV
Además, los exámenes realizados a los restos óseos señalan
características físicas que concuerdan con las de Sor Juana, como la altura, de
alrededor de 1,53 metros, las facciones finas y una complexión poco robusta.
La religiosa fue sepultada con un hábito de gala, acompañado de un
medallón de carey en forma oval y un rosario, una pieza de 2,80 metros de
longitud que ha sido restaurada para la ocasión.
V
El depósito de los restos atribuidos a Sor Juana responde a la petición
que la Universidad hizo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
para que éstos pudieran permanecer "en el lugar que se acostumbra sepultar
a las religiosas profesas" del antiguo convento, como dejó escrito la autora.
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