Rafael Michel
Interesante reportaje sobre el bordo internacional de
Tijuana, hizo Imelda Garcia en ReporteIndigo . ¿Pero qué creen? ya la autoridad
federal resguarda, según informó toda la canalización donde se encuentra el
bordo.
I
¿Pero qué creen? ya la autoridad federal resguarda,
según informó, toda la canalización donde se encuentra el bordo. Sin embargo;
está muy interesante el reportaje, que dice: en una de las zonas más agrestes
de la ciudad de Tijuana, Baja California, la frontera más transitada del mundo,
un joven emprendedor intenta sacar del limbo a los migrantes más desamparados,
los que no han logrado cruzar “al otro lado”, que fueron deportados, o que
viven atrapados en las garras de la drogadicción, con un futuro incierto y
evadiendo su realidad.
En la canalización del Río Tijuana, un arroyo
cubierto de cemento que cruza la ciudad y la divide en dos, Miguel Marshall y
sus colaboradores arrancaron con el proyecto de BordoFarms o “Granjas del
Bordo”, si se traduce al español, en el que se habilitaron pequeñas parcelas
para la siembra de vegetales y hortalizas.
Ahí, trabajan algunos migrantes atrapados en el río.
Hoy se hacen llamar los “BordoFarmers”.
Con su huerto urbano, que tiene apenas unas cuantas
parcelas, Marshall y los suyos desafiaron no solo al destino de estos hombres,
sino también a las autoridades.
Sin permisos para realizar obra alguna en ese lugar,
de jurisdicción federal, Marshall y un grupo de jóvenes líderes comenzaron con
la instalación de los pequeños huertos.
Fueron amenazados por las autoridades de que sería
demolida la instalación. Sin embargo, los propios migrantes cuidan, con
guardias las 24 horas del día, que las parcelas no sean destruidas.
Los BordoFarmers ya levantaron su primer cosecha. Con
orgullo hablan sobre sus cualidades para hacer crecer los frutos en una caja
con tierra fértil.
Con su primer levantamiento, los migrantes deportados
prepararon una ensalada que comieron en medio de un festín, por el objetivo
cumplido.
La meta es que las BordoFarms crezcan y se conviertan
en una verdadera opción para más de los 10 hombres que actualmente laboran en
el proyecto.
El motivo de fondo, sin embargo, es sacar a los
migrantes del bordo de su condición y brindarles una nueva oportunidad de vida.
Construir un huerto vertical de grandes dimensiones que dé trabajo a quienes se
encuentran en la canalización del río.
Apenas a unas semanas de que comenzó sus actividades,
ya dos personas han abandonado el bordo. Se fueron listos para iniciar una
nueva vida. Eso, para Marshall, ya es un logro. Pero falta multiplicarlo por
cientos.
II
Caminar por la orilla del Río Tijuana puede ser
devastador. En él, miles de migrantes deportados y personas sin hogar deambulan
en espera de conseguir un trabajo o poder cruzar a Estados Unidos.
Quienes no tienen a donde ir, duermen debajo de los
puentes vehiculares que atraviesan este río encementado que es, más bien, una
herida abierta que atraviesa la ciudad de lado a lado, de este a oeste.
Cientos de personas han convertido a este río en su
hogar. Desde adentro, el panorama asemeja un escenario digno de una película de
ciencia ficción. No se observa nada más que las paredes y el piso de cemento
gris, que se pierde en el horizonte con el azul del cielo.
La canalización del Río Tijuana está dividida por un
muro invisible. En la parte más cercana a la frontera con Estados Unidos viven
cientos de migrantes en condiciones de indigencia; muchos de ellos, adictos a
la heroína y otras drogas, viven en un mundo paralelo, ajenos a lo que les
rodea y a sí mismos.
Del otro lado, hacia el este de la ciudad, se encuentran
cientos de personas deportadas indigentes con alguna enfermedad terminal o
crónica. Han sido expulsados por quienes están del otro lado del río para
evitar un contagio.
“Tijuana es la ciudad más dura del mundo. Y si este
es el lugar más duro de Tijuana, entonces el bordo es el lugar más duro del
mundo”, dice Marshall, con un dolor clavado en la mirada.
Justo en medio de ambos mundos que conviven en el
río, se encuentran las BordoFarms.
En 30 cajas de madera que ellos mismos construyeron,
los BordoFarmers cuidan sus plantas de betabel, acelga, cebolla y otros frutos,
con el mismo empeño que cuidarían un tesoro.
Para ellos, las plantas en las pequeñas parcelas
representan no solo un fruto creciendo; significan una esperanza de que puede
haber un mejor futuro.
Las pequeñas parcelas fueron colocadas en el pasillo
que recorre el río Tijuana justo a espaldas de la Plaza Río, el centro
comercial emblemático de la ciudad.
Un puente peatonal y una ciclovía que luce
abandonada, permiten a cualquiera bajar a ver las BordoFarms.
Debajo de la rampa de la ciclovía, estos granjeros
urbanos instalaron un campamento con una casa de campaña, una cama cubierta de
cartón y un estante para colocar sus enseres y, desde ahí, vigilan día y noche
el bienestar de sus parcelas.
Cocinan en un fuego que alimentan con palos, y un
bote de chiles es su cazuela.
Como en un campo de batalla, el campamento está
coronado por una bandera de México, que ondea viva con el aire que también les
acaricia el rostro mientras cuidan sus huertos.
III
Miguel Marshall, un joven emprendedor, nacido en San
Diego, California, pero con fuertes raíces en Tijuana, fue invitado por el Foro
Económico Mundial para formar parte de la comunidad de Global Shapers, o
Impulsores Mundiales.
A sus 28 años, Marshall llegó a esa comunidad de
líderes con un proyecto en mente para ayudar a Tijuana y su gente: instalar un
huerto urbano y dar una mano a la comunidad de deportados, generando empleos.
El proyecto fue avalado por los Global Shapers y ahí
comenzó su camino.
Marshall se puso en contacto con Transición Tijuana,
una organización que impulsa la creación de huertos urbanos, y juntos crearon
el proyecto piloto.
Decidieron entrar con los huertos en la canalización
del río, una zona federal bajo jurisdicción de la Comisión Nacional del Agua, y
ahí comenzaron a instalar las parcelas.
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