sábado, 19 de septiembre de 2009

KAROLA, BRENDA BERENICE Y NESTOR

Caminan despreocupadas por el malecón de Ensenada, avanzan unos metros y se detienen a ofertar entre los turistas sus blusas tradicionales provenientes de Chiapas. A diferencia de su estado natal aquí no les regatean tanto, ellas dicen 120 pesos y quien desea la prenda la toma o la deja.Algunas andan en grupo, se acompañan, miran el mar y los barcos juntas, toman unas glorias –raspados- y siguen su camino, son las indígenas tsotsiles de Chiapas, que desde hace seis años han emigrado a diferentes partes de Veracruz para vender sus artesanías.La vida en esta parte del países más cara, la renta de un pequeño cuarto en el puerto es de mil 800 pesos mensuales, pero las tsotsiles que emigran lo pueden pagar, sin problema.“Nos va mejor que allá –Chiapas-. La gente no pide que de uno más barato la ropa y compra más. A veces vendemos hasta ocho o diez blusas, pero a veces no vendemos nada o andamos caminando para vender sólo una blusa o un cincho”, dice Juan Carlos Galvan, originaria del municipio de San Juan Chamula es un español bastante fluido. Algunas tsotsiles tienen un puesto formal en el malecón de Veracruz, pagan impuestos y hasta trabajadores, pero la mayoría son vendedoras ambulantes y no terminan de establecerse ahí, su vida transcurre entre Veracruz y Chiapas.Es incontable el número de tsotsiles que hay en Veracruz o en otros de México. Según el último censo de población y vivienda del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI) 45 mil 240 chiapanecos han emigrado del estado, muchos de ellos autóctonos.
La Karola.- En la última corrida del Puerto de Veracruz a Chiapas, Karola y brenda Berenice, indígenas tsotsiles del municipio de San Juan Chamula parten a su lugar de origen, confían que el viaje sea tranquilo y que en 10 horas estén en su comunidad.María comenta que ya perdió la cuenta del número de veces que ha realizado el recorrido de Veracruz a Chiapas y viceversa, desde hace tres años vino al Puerto con su amiga Guadalupe, quien ya conocía el lugar y desde ese entonces pasa dos meses en Veracruz y 15 ó 20 días en San Juan Chamula, Chiapas.“Me gusta más Veracruz, gana uno más, las blusas que allá en San Cristóbal vendemos en 40 acá las damos en 120 pesos. Aquí es más bonito, hay barcos donde sea y no hace tanto frío como ella”, cuenta Berenice, quien luce su vestimenta tradicional, la falda es menos gruesa que lo común por el calor que hace en el Puerto.María es curiosa y andariega, pregunta cómo es Monterrey, Tampico y el Distrito Federal. “Se ha de ganar bien allá porque hay más gente” comenta como pensando en voz alta mientras fija su vista en la carretera, Veracruz empieza a quedar atrás.Mari tiene 39 años y con seguridad dice que no tiene la más mínima intención de casarse porque eso le significaría quedarse en su comunidad y viajar le gusta demasiado. Regularmente las indígenas que emigran son jóvenes.- ¿Puedo tomarte una foto?- Si, como no, dice Karola al tiempo que se arregla el pelo y abraza a Elena, su hermanita de ocho años.Con mucha claridad explica por qué los tsotsiles no se dejan fotografiar: “a caso tu te dejas tomar fotos en la calle por gente que no conoces y no le preguntas para qué las quiere”. Karola deja la plática y empieza a ver la película que proyectan en el autobús, el filme es inglés y subtitulada en español, pero ella no sabe leer, aún así dice que le entiende perfectamente por las imágenes.Después de un par de escenas, Karola y Brenda berenice duermen tranquilas abrazada una a la otra con un chal que las cubre del frío artificial. San Juan Chamula las espera.¿PEDRO SERÁ MARINERO?Caminan juntos por el malecón de Veracruz, uno va impecable con su traje blanco de marinero, su andar es erguido y con la vista al frente. A lado va Pedro, con una camisa que alguna vez fue blanca, un pantalón azul, sus huaraches y una cajita de madera con gomas de mascar, chocolates, cigarros y paletas. El caminar del indígena tsotsil es tranquilo, a veces mira al suelo, otras voltea la vista hacia el mar y los barcos y como sin querer mira de arriba hacia abajo al marinero que va a su costado.Pedro es callado, dice que llegó al Puerto de Veracruz hace un años, pero antes estuvo en el Distrito Federal, salió de San Juan Chamula hace dos años y medio y sólo dos veces ha ido a su comunidad desde que emigró.Chiapas no le gusta porque dice que él allá es muy pobre, pero en Veracruz le va igual, apenas gana para su comida diaria y a veces para cooperar en la renta de un cuarto que comparte con otros indígenas de Chiapas y Oaxaca.Los llamados “chicleritos” son una exportación de Chiapas para el país y es que por la pobreza que persiste en la entidad muchos indígenas deciden emigrar para dedicarse a la venta ambulante en otros estados de la república. En el Puerto de Veracruz y Xalapa es común ver a los “canguritos” chiapanecos.En San Juan Chamula, Nestor Castellanos que tiene 18 años, dejó a su familia y una milpa que sus hermanos menores tienen que cuidar, él es el cuarto de nueve hermanos, algunos emigraron a Estados Unidos y sólo tres están en su comunidad Tres Cruces.-No me quiero regresar, pero tampoco me quiero quedar acá. Yo quisiera irme en el barco, comenta Pedro viendo hacía el muelle.- ¿A dónde? ¿Quieres ser marinero?-No, yo no quiero ser marinero, pero me quiero ir en el barco a otro lugar.El viaje en barco tendrá que esperar, por ahora, Pedro solo puede transportarse en el camión que le cobra 5 pesos de donde vive al malecón o al centro histórico.Con timidez, Nestor confiesa que le gusta ver bailar danzón a los veracruzanos en el parque, dice que se ven “chistosos” con su traje blanco, su sombrero y moviéndose de forma lenta y abrazando a esas mujeres altas y con abanico en mano.“Me tengo que ir”, dice el joven, se va caminando por el malecón viendo los barcos y a los hombres y mujeres que se dirigen al zócalo a bailar danzón. El son que le toca bailar a Nestor es otro...

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