Rafael Michel
Fe, es el acto o hábito de aceptar como verdadero lo que un hombre dice, basándonos en sus palabras. Es la manera más habitual de conocer las cosas. Así aceptamos que existió Napoleón, que existe el Everest y que una lata de melocotón contiene melocotón. Nos fiamos de lo que nos dicen, DICE LA FE HUMANA.
Es el acto o hábito de aceptar como verdadero lo que Dios dice, basándonos en su palabra, es la fe sobrenatural.
La fe humana es razonable si la persona que habla es sincera y entendida en el asunto. La fe sobrenatural es razonable si es Dios quien habla.
El Señor se hace entender con claridad y las personas acostumbradas a escucharle no necesitan señales especiales. Otras veces subraya sus palabras mediante milagros que desvelan su poder divino.
¿No es más inteligente quien sólo admite lo que él comprueba? Esa actitud puede ser aceptable en alguna circunstancia o campo de investigación, pero no es buen planteamiento general pues sería menospreciar la inteligencia y sinceridad de los demás.
¿Para creer en Dios hay que ver milagros? No; no es necesario. Incluso, aunque se vean milagros puede rechazarse la fe como hicieron los fariseos en tiempos de Jesús. Los milagros no sirven si hay mala voluntad.
¿Cómo es razonable creer si no se ven milagros? Basta con fiarse de las personas sinceras y sensatas que los han visto. Por ejemplo, sabemos que Jesucristo es Dios por la información abundante que disponemos de su vida (vida de Cristo), de sus palabras y de sus milagros.
¿Cómo sabemos que Jesús hizo esos milagros? Por los testimonios históricos. Así conocemos que Colón fue navegante y que Mozart tocaba el piano. Con la particularidad de que los testimonios sobre Jesús son especialmente abundantes y bien conservados (evangelios).
Los dos aspectos de la fe.- En los actos de fe hay dos facetas:
Creemos que las frases divinas son verdaderas puesto que proceden de Él.
Y aceptamos que esas palabras vienen de Dios fiados de otros hombres que han visto los milagros con que el Señor acompaña sus manifestaciones cuando desea dejar claro que Él es quien habla.
Es decir, el Señor habla a unos hombres con milagros palpables y esos hombres trasmiten palabras y hechos divinos. Nosotros nos fiamos de ellos y aceptamos sus palabras como venidas de Dios, y entonces nos fiamos de Dios y consideramos esas revelaciones como verdaderas. Por otro lado, el Señor suele intervenir de vez en cuando para remarcar que fue Él quien habló. Por ejemplo, los milagros de Fátima y Guadalupe confirman la verdad de las apariciones de María. Igualmente, el milagro de Lanciano confirma la verdad de la Eucaristía, etc...
Es fácil entender cómo un archivo puede ser visto como una ventana al pasado, para investigadores y estudiantes; en expediente privado -donde escribimos dos, Rafael Abraham Michel y Rafael Mario Michel- guardamos mucha información que a la postre ya hacen la historia y que queremos compartir con los lectores, que son lo mejor que tenemos. Sus críticas y comentarios son bienvenidas y super especiales, que las tomaremos en cuanta en: micro_cuate@hotmail.com, microcuate@gmail.com.
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