miércoles, 16 de marzo de 2011

DESCOMPOSICION SOCIAL. ¿Y LA FAMILIA?

Rafael Michel
Algo nos urge hacer a cada uno de nosotros. No dejarlo para mañana, podría ser tarde.
Lamentablemente, todos los días en la mañana y en la tarde, programas noticiosos de televisión se inician con informaciones terribles de crímenes cometidos contra niños o contra personas de cualquier edad. Cuando se conectan los programas de TV local a esas horas los televidentes ya saben lo que les espera. Se puede afirmar, sin temor de equivocación, que lo primero que se ve son actividades de la policía en lugares donde se han cometido crímenes de esta naturaleza. Todo esto indica que hay una descomposición social y moral en la comunidad, que debe ser analizada seriamente y combatida en forma eficaz para reducir la cantidad de crímenes al mínimo posible.
En las escuelas secundarias ya los profesores, especializados en las materias se imparte la asignatura Cultura de la Legalidad.
Ello ya están poniendo su granito de arena, pero ¿las demás personas, las familias, que están haciendo por sus hijos?
Es necesario, mucho más que importante, que sociólogos y criminalistas se empeñen en analizar las causas de esta situación para combatir los crímenes en sus orígenes, en sus raíces. Hay deficiencias manifiestas en el seno de casas, a las que no se les puede llamar hogares porque no tienen las características espirituales y humanas que corresponde a los conceptos de familia. Hay deficiencias en las casas, en las escuelas y en los barrios donde se encuentran esas casas.

Las características de esos crímenes que tienen como víctimas a niños o también a personas de otras edades, indican que hay una crisis gigantesca de valores morales entre personas que no tienen la menor idea de lo que es la convivencia humana entendida en términos mínimos de paz, de honradez y de respeto a la vida.

Es indispensable que las autoridades, los criminalistas, estudien esta dolorosa situación para tratar de solucionar el gigantesco y terrible problema que esto representa. Debe haber seguridad en las casas particulares, en los barrios, en las calles y en los lugares donde se estacionan los automóviles para ir a los centros comerciales, hospitales, etc., etc. Desafortunadamente, hay muchas personas que no toman las precauciones que deben en estos casos y son fáciles víctimas de los criminales.

El problema ha alcanzado proporciones monstruosas como las que corresponden a padres de familia que maltratan y hasta matan a sus hijos en un desafío brutal a la mínima sensibilidad humana. Y todo esto es producto, repetimos, de una descomposición moral de proporciones gigantescas que demanda medidas serias, permanentes y firmes de parte de las autoridades y de los que orientan o deben orientar la vida de la sociedad.

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