sábado, 27 de agosto de 2011

DOLIDOS,CONSTERNADOS, SORPRENDIDOS

Rafael Michel.

Todos estamos dolidos.
Estamos consternados.
Estamos sorprendidos.
Temerosos.
Hay luto a nivel nacional.
Tras los hechos en el Casino Royale de Monterrey, el presidente Felipe Calderón se refirió al tráfico de armas procedentes de Estados Unidos y César Duarte, quien preside la Comisión de Seguridad de la Conferencia Nacional de Gobernadores, deslizó la posibilidad de una demanda contra empresas de venta de armas en el país vecino.

La masacre que ha consternado a todo el país era lo que faltaba en la escalada de violencia que ha dejado miles de inocentes muertos, trajo lo que en apariencia es el siguiente peldaño a subir en el combate al crimen organizado, ahora que no hay reversa y el país está inmerso en la peor etapa de su historia en materia de convivencia social y seguridad.

A nivel nacional es más doloroso el trance regio que cualquiera, pues la anterior masacre de enormes dimensiones fue la de 72 migrantes latinos en Tamaulipas, que en su mayoría permanecen en calidad de desconocidos, sin contar otros asesinatos masivos en lugares de Coahuila, Nuevo León y Chihuahua, principalmente.

El luto nacional declarado por Calderón llevó al presidente a pedirle a Estados Unidos que prohíba la venta de armas de asalto que luego llegan a México con la consecuencias ya conocidas: aquí se ponen los muertos, la sangre, la violencia y allá los consumidores de drogas, que sigue siendo en buena medida la causa de las peleas de los cárteles, aparte de la venta nacional al menudeo.

El mandatario estatal se mostró en sintonía con el presidente de la República en el tema, pero fue más allá, al adelantar que Chihuahua analiza qué posibilidades existen para demandar a las empresas que comercializan armas de China o Rusia en Estados Unidos, que llegan de contrabando a México, lo que podría ser una medida de presión para el país vecino.

Vale la pena analizar esa posibilidad, por la mezcla tan compleja de negocios lícitos e ilícitos que en la dinámica de la violencia que padecemos, generada por el crimen organizado, pues hay cierta lógica de operación que debe romperse, destruirse, para cuando menos restarle capacidad a quienes han hecho de la muerte su modo de vida.

Aunque no sea políticamente correcto afirmarlo, lo cierto es que la masacre de migrantes no trastocó todas las fibras sensibles del país, en buena parte porque no hubo el suficiente reclamo social; ahora lo de Monterrey, con más de medio centenar de familias de luto por un ataque contra inocentes, puede ser un parteaguas para la estrategia de seguridad, que todos los días más sectores piden cambiar y reforzar.

A juzgar por las reacciones, lo del Casino Royale pueden marcar, como só en Juárez con la masacre de jovencitos en Villas de Salvárcar, un antes y un después en la estrategia anticrimen, pues de nada sirve cualquier declaración de luto o indignación si los mexicanos no tenemos un esquema de prevención ante estos ataques.

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