domingo, 25 de noviembre de 2012

POLICIAS Y JUECES SE DEJARON ENGAÑAR. (V DE V PARTES)


Rafael Michel.

Interesante, en verdad, interesante dar a conocer cómo los jueces, policías y demás personal "profesional" de diferentes procuradurías, no sólo de México, sino de muchos países se dejan engañar y sentencian sin haber obtenido las pruebas necesarias. Sture Bergwall está recluido en una clínica psiquiátrica sueca desde 1991. Se autoinculpó de 32 crímenes, le condenaron por ocho. Un periodista pertinaz desmontó la leyenda del supuesto asesino en serie y denunció cómo jueces y policías se habían dejado engañar.

Ultima parte, viene de la IV publicación:  

“Desde el principio quise dar marcha atrás en mis confesiones.Pero me avergonzaba hacerlo”




Jan Olsson, comisario de la Policía Criminal Central y experto en análisis de escenarios de crímenes, también fue enviado a tierras laponas para colaborar en la investigación. Al llegar, observó que se había encargado una réplica exacta de la tienda de campaña del asesinato, y que el Toyota Corolla de la pareja estaba situado en el sitio que reflejaban los informes policiales.

“Era la primera vez que veía algo así”, explica el veterano excomisario, de 76 años, en su apartamento en Estocolmo, con un gato blanco de angora reposando junto a él en el sofá. “Lo normal es llevar al sospechoso a la escena y que sea él quien diga dónde estaba cada cosa. Pero ellos pensaban que había que ayudarle a rememorar”.

Jan Olsson recuerda que Bergwall llegó al lugar del crimen y lo recreó entrando por el lado contrario de la tienda. “Se equivocó en todo”, afirma. Entró como un loco en la tienda para apuñalar a la pareja que había en el interior, cuando los informes policiales señalaban que habían sido apuñalados desde el exterior de la tienda.

Hicieron un receso en la reconstrucción. “Después de hablar con Seppo Pentinnen —el policía que llevaba las investigaciones— y alguna persona más, volvió a reconstruir el crimen. Pero esta vez lo hizo casi todo tal y como reflejaban los informes policiales”, afirma el excomisario.

A pesar de la retirada de cinco condenas, hay voces discordantes. Como la del entonces fiscal general del Estado, Christer van der Kwast: “Que él sea el asesino es una clara posibilidad”, confiesa en la cafetería de un céntrico hotel de Estocolmo. “Nos dijo cosas que solo el asesino podía saber. Es un tipo de psicópata complejo, un sádico, y tiene las características de un asesino en serie. Su habilidad de manipular a los que tenía a su alrededor supuso un problema del que éramos conscientes y que tuvimos que manejar. Los fiscales que han estado trabajando en los casos desde que retiró sus confesiones no han hecho bien su trabajo”.

El juez Göran Lambertz, que revisó el caso durante una semana en 2006 y no halló irregularidades, abunda en la idea. “Hay varios factores que apuntan a que realmente fue él: había cometido delitos con anterioridad; los médicos diagnosticaron que era una persona peligrosa, un agresor sexual en potencia; estuvo en clínicas psiquiátricas, pero anduvo libre entre 1976 y 1991; y 15 crímenes fueron cometidos en áreas en las que él pudo haber estado”.

Leif G. W. Persson, criminólogo —y novelista— que trabajó 30 años como policía y siguió de cerca las investigaciones, es claro: “Muchos investigadores abandonaron los casos por las dudas en torno a los procedimientos. Ese hombre no cometió un solo crimen, no es un asesino en serie. Para un profesional como yo, resultó evidente desde el principio. Pero para los que le rodeaban, aquello se convirtió en una religión”. Persson denuncia que se contravinieron todas las reglas: es inasumible, dice, que un solo policía condujera todos los interrogatorios, como así ocurrió. “Se cometieron errores en la investigación, en la instrucción, y los juzgados validaron esos errores. Esto es una catástrofe para el sistema judicial sueco”.

La periodista Jenny Küttim enfatiza que los miembros del Equipo Quick cimentaron sus carreras sobre el caso, que se aprovecharon de un enfermo mental. “Ahora han pasado más de 25 años, los auténticos asesinos están libres, y nunca les encontraremos. Eso es horrible. Quick causó mucho daño con sus confesiones, y tiene gran culpa en todo esto. Pero no hay que olvidar que es un enfermo, y que era un adicto a las drogas”.

La entrevista en la clínica llega a su fin.

P. ¿Es usted capaz de matar o ha sido capaz de matar alguna vez en su vida?

R. No.

P. ¿Usted ha cometido algún asesinato?

R. No.

P. Si sale de esta clínica, ¿qué será lo primero que haga?

R. Dar un largo paseo por el bosque, solo.



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