domingo, 25 de noviembre de 2012

POLICIAS Y JUECES SE DEJARON ENGAÑAR (IV DE V PARTES)


Rafael Michel.
Interesante, en verdad, interesante dar a conocer cómo los jueces, policías y demás personal "profesional" de diferentes procuradurías, no sólo de México, sino de muchos países se dejan engañar y sentencian sin haber obtenido las pruebas necesarias. Sture Bergwall está recluido en una clínica psiquiátrica sueca desde 1991. Se autoinculpó de 32 crímenes, le condenaron por ocho. Un periodista pertinaz desmontó la leyenda del supuesto asesino en serie y denunció cómo jueces y policías se habían dejado engañar 

En el capítulo anterior, nos quedamos en que..."así que daba respuestas muy vagas.." vagas y esperaba a que me dieran opciones. Luego leía sus reacciones. Cuando me preguntaban: ‘¿Está seguro?’, ya sabía que había dado la respuesta incorrecta”... En el capítulo anterior, nos quedamos en que..."así que daba respuestas muy vagas.."



P. ¿Y no se paró a pensar en las víctimas y sus familias? ¿No pensó en dar marcha atrás en algún momento?

R. Desde el principio tuve ganas de dar marcha atrás en mis confesiones, pero me avergonzaba hacerlo. Yo estaba a merced de los médicos: retractarme suponía traicionarles, decirles que llevaba tiempo contándoles mentiras. Además, me gustaba ver que se interesaban por mí.

Incluso los errores en las confesiones de Bergwall conseguían acomodo en el guion de esta pesadilla. “El hecho de que siempre se equivocara fue usado como argumento de que realmente era el asesino; decían que tenía tanta ansiedad al recordar esos asesinatos, que se protegía de ellos”, explica Leyla Belle Drake, editora del libro de Hannes Rastam. “Cuando acudía a sus recuerdos, con la ayuda de los terapeutas, tenía que hacerlo mediante una elipsis, esa era la teoría. Empezaba con mentiras porque se estaba protegiendo a sí mismo de esos recuerdos horribles”. El arquitecto de esta teoría fue el experto en memoria Sven Ake Christianson, explica Belle Drake. La tesis: Quick había borrado los sucesos más dolorosos de su vida, por eso el recuerdo de sus crímenes era tan borroso. De pequeño había sufrido abusos sexuales, según contó en terapia. Había sido obligado a tener sexo oral y anal con su padre a los cuatro años. Un episodio en el que fue sorprendido por su madre, que, fruto del shock, perdió al hijo que llevaba en el vientre. Su madre siempre culpó a Bergwall de esa muerte.

P. Pero ¿por qué fabricó usted semejante historia?

R. La terapia que yo hacía estaba basada en que mis acciones de adulto debían estar relacionadas con acontecimientos de mi infancia. Si había asesinado de adulto, debía haber hechos en mi infancia que se correspondiesen. Además, con la benzodiazepina era capaz de contar cualquier cosa sin problemas.

“Yo estaba medicado y drogado. Estaba atrapado. De noche, golpeaba mi cabeza contra las paredes”

Las consecuencias de estas confesiones en su familia fueron devastadores, cuenta su sobrino. Aunque ahora todo se ha recompuesto.

P. ¿Los efectos de la medicación eran muy fuertes?

R. Yo estaba muy medicado y drogado. Estaba completamente atrapado en esa situación. Me desesperaba y, por las noches, golpeaba mi cabeza contra las paredes. Tenía altos niveles de ansiedad como consecuencia de las confesiones, de las investigaciones, y de los efectos secundarios de las drogas.

P. Sus confesiones se hicieron crecientemente violentas. Llegó a hablar de canibalismo. ¿Cómo llegó hasta ese punto?

R. Cuanto peores eran las historias que contaba sobre lo que me habían hecho mis padres, peores tenían que ser mis confesiones.

P. ¿Le guiaron en ese crescendo?

R. Los psicólogos y los terapeutas nunca tenían suficiente, siempre querían más.

P. ¿Y qué pasaba cuando todo ello era confirmado por la Justicia y le condenaban?

R. Me era indiferente. Para mí lo importante era mi situación en la clínica, aquí dentro.

El 12 de junio de 1998, en un artículo en el diario Svenska Dagbladet, la prestigiosa psicóloga Astrid Holgersson ya acusaba a Sven Ake Christianson de usar “sugestión y métodos manipulativos” para ayudar a Quick a que construyera historias que no contradijeran los hechos de los crímenes. Holgersson acuñó el término de Equipo Quick, el grupo de los que construyeron la leyenda del asesino en serie: el investigador que lideraba las pesquisas, Seppo Pentinnen; la terapeuta Birgitta Stahle; el fiscal Christer van der Kwast, y el experto en memoria Sven Ake Christianson, con el que nos pusimos en contacto, pero que declinó hacer declaraciones. Tampoco quiso hablar en Estocolmo Claes Borgström, abogado de Quick en aquellos días, criticado por no cuestionar la versión construida por el Equipo Quick. De él, dice Bergwall: “Como cliente, me sentí traicionado”.

La ayuda para recordar, en algunos casos, llegaba hasta el punto de reconstruir la escena del crimen fielmente. Así ocurrió el 9 de enero de 1995, día en que Quick se subió a bordo de un jet privado con asientos de cuero para abordar la reconstrucción del crimen de la pareja holandesa en Appojaure. A bordo, todo el Equipo Quick...
(Continúa parte V y última)

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