Rafael Michel
Aunque no fue del agrado del respetable, Mayweather Jr triunfó al abrazar a su contrincante 256 veces y correr arriba del cuadrilatero un promedio de 45 kilometros, después de haber estudiado lentamente el video. En tanto que el derrotado, Pacquiao logro titar 240 golpes y solamente acertar 30, pero sin pena ni gloria, en lo que se le llamó la pelea del siglo.
Floyd
Mayweather se quedó con "La pelea del siglo", tal como la
promocionaron en Las Vegas, Nevada. Su estilo, astuto, contragolpeador, efectista,
pudo más que el coraje de un boxeador filipino ya venido a menos con secuelas
de decenas de batallas, como Manny Pacquiao. En una velada histórica, el
estadounidense se alzó con la triple corona del peso welter: ya era campeón del
CMB y AMB, y esta madrugada, le arrebató el cetro de la OMB al filipino. Una
cosa extraordinaria, tan extraordinaria como la fortuna que amasó con el
triunfo, que supera los 180 millones de dólares.
I
Floyd
Mayweather Jr. se quedó con la tan anunciada pelea del siglo frente a Manny
Pacquiao, pero el desarrollo y el resultado final no fueron del agrado de gran
parte del público. Por eso, rápidamente las redes sociales se inundaron de los
habituales afiches, típica descarga de los fanáticos. Las bromas se centraron
en los movimientos del invicto estadounidense. Las corridas para escapar de los
golpes del filipino se hicieron furor en forma de afiches, emulando películas
como Forrest Gump o capítulos de la serie animada Los Simpsons. Y no
decepcionaron.
II
El
combate era una misión difícil desde el vamos para Pacquiao. Porque Floyd suma
en las tarjetas. Y el visitante debía buscar la definición rápida para evitar
el fallo de los jueces. El filipino no es noqueador de una sola mano. Y bien
sabido es que para dinamitarlo a Mayweather hace falta una combinación
explosiva de tres o más golpes. Esto está probado por los antecedentes. Sino,
nuestro querido Chino Marcos Maidana probablemente hubiera noqueado a Floyd en
la primera de las dos peleas que hicieron.
ayweather
ganó los tres primeros asaltos, manejó las distancias, con su jab izquierda,
expuso su calidad y suficiencia. Pacquiao no lo podía encontrar, pero en el
cuarto el filipino lo alcanzó con una izquierda recta, en la punta de la pera,
que casi le destartala toda la estructura. Alcanzó a bloquear el yankee, justo
a tiempo, pero se dio cuenta del riesgo que representaban los puños de
Pacquiao.
Habrá
sido por eso, entonces, que en la vuelta siguiente, Floyd retomó el centro del
cuadrilátero y con su estilo plástico, y eficiente, pegó y salió para los
costados cada vez que pudo. La vieja metáfora del toro y el torero. Eso fue la
pelea de anoche. Pero claro, no siempre el torero se sale con las suyas. En el
sexto, Pacquiao lanzó un torbellino de golpes, muchos llegaron a destino y
Floyd se cubrió como pudo.
III
Mayweather
es un gran boxeador contra otro que tuvo arrebatos, que de vez en cuando
acertaba alguna. La diferencia de calidades técnicas fue muy grande. Porque
muchas veces, el cerebro boxea mejor que el corazón, el engaño vale más que
cualquier intento de golpear. Fue conservador Money, lanzó lo justo y
necesario, se dio ese lujo de especular porque ya tenía una ventaja
considerable en las tarjetas.
Mayweather
dominó casi siempre la pelea, y sólo perdió el octavo asalto. En la parte
final, ni riesgos corrió de ser golpeado. A esa altura, vale insistir con el
recuerdo, Maidana lo había lastimado mucho más al mejor del mundo. Pacquiao llegó
a los últimos dos asaltos en desventaja (4 puntos abajo según la tarjeta de
Clarín). Y Floyd completó su exhibición con pasos laterales, y pocos golpes.
Golpeó poco. Pero pegó mejor. Y eso es lo que vale.
IV
Para
Clarín, Mayweather se alzó con una tarjeta de 116-112, suma que coincide con el
fallo de dos jueces estadounidenses (Burt Clements y Glen Feldman). Pero Dave
Moretti vio la pelea 118-110 para el campeón. Vio otra pelea, mejor dicho. Una
exageración. Incomprensible. Con este triunfo, Floyd estira su récord a 48
triunfos, sin ninguna caída. El es el Dios supremo que marca esta época.
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