RIGOBERTO ANGUIANO.
Distinguido Instructor de
aspirantes a árbitros de fútbol.
Distraigo su atención para solicitarle, pudiera
considerar mi sentir DE INSTRUCTOR A INSTRUCTOR.
Primero, me presento: Soy Rafael Michel -me da pena dar a conocer parte de mi trayectoria, pero en ocasiones es necesario-. Soy originario de Tijuana, Baja California y tengo estudios superiores; -con documentación comprobada-, Acabo de terminar dos cursos -Diplomados- de Psicología Deportiva.
Tengo desde 1977 que incursiono en el ambiente del arbitraje. Fui árbitro profesional desde 1985 hasta 1999. Tengo infinidad de anécdotas positivas y negativas; más buenas que malas. He recibido cursos de arbitraje de instructores como Don Genaro Castillo, Mario Rubio, Manuel Yamasaki, Antonio Marrufo, Edgardo Codesal, etc, etc; y muchos otros que no tienen fama internacional como estos que le mencione. Soy parte de un sin fin de directivos que somos impulsores y promotores de varias generaciones de jueces deportivos.Actualmente soy árbitro del sector aficionado, pero
además instructor y asesor de árbitros profesionales, de la Comisión de
árbitros, en México. Además de ser
asesor de la Delegación Estatal de árbitros de fútbol de Baja California.
Súmele que también diseñó cursos para árbitros y conozco la verdadera pedagogía que se debe emplear para cada una de las etapas de los futuros jueces. No soy nuevo ni soy improvisado. Trato de no perder la sencillez, humildad, tolerancia y paciencia. Todos los días sigo aprendiendo y, más de instructores como usted, que me dejan lecciones de lo que no debo practicar.
El anhelo y sueño de recibir el -refresco del curso- para asistir, desde el jueves que me invitaron hasta el domingo se me hizo eterno. Pero, ¿qué cree?; se me derrumbó. Me amargó -usted- la mañana y el enojo y coraje que me provocó lo traía a “flor de piel”; en ese instante me maldeci por no haberme quedado a ver la inauguración del Mundial Qatar 2022 y el partido inicial de la gran fiesta deportiva.
Por educación y “amor propio” me quedé.
Usted, ya me había etiquetado con los demás compañeros. Yo siempre mostrando disponibilidad y ganas de aprender. Mostre serenidad, educación y tolerancia ante su reprobable y cobarde provocación a mi persona.
Fue: prepotente, déspota, majadero y soberbio. Sin importarle me pisoteo, humillo, me gritó: regañándome y preguntándome porqué no pasaba hacer el ejercicio que había puesto.
Yo siempre estuve detrás de la fila, para pasar
después con otros compañeros.
Trate de explicarle, que quería que los jóvenes entendieran bien sus instrucciones. No quería interrumpir. Todos los asistentes, menos su servidor, eran novatos, principiantes: pero mi sorpresa fue cuando me cuestiono por qué no quería hacer el ejercicio, pero no me dejó explicarle.
¡Uf! Me dio una cátedra de más de un minuto de la cultura general de las diferencias entre México y Estados Unidos. Tratandome como un gran ignorante.
Solo le dije que sí quería hacer el ejercicio.
Para esto usted ya me había corrido a grito abierto.
¡Me quería lejos de la clase!
Al volverme a preguntar, con gran aullido, que si
quería estar en el curso, le respondí que sí. Me mando al final de la fila,
pero luego recapacitó y me indicó mejor que me fuera a la fila que le
correspondía hacer inmediatamente la actividad; sin embargo, sentí que me
quiso, humillar y exhibir, al volver a rectificar y ponerme hacer sólo el
ejercicio, pero luego de que observó que si sabía hacer las actividades, al
mostrarle estética, técnica arbitral y
tener habilidades con la bandera, cambió su tono de voz y la modero.Su rostro
me confeso “que estaba equivocado en
tratarme mal. Mostrando su pobreza en dirigirse correctamente a mi persona.
-iYa me
imagino, cómo trata a su familia!-
Se me acercó para volverme a decir; “Usted si es árbitro, ¡viene hasta con uniforme!..” volví a tratar de platicar con usted, pero me corto con su bramido altanero y me fustigó con “todo lo que diga son pretextos, justificantes,,” ¡Quedando yo atónito!
Posteriormente me mandaba hacer los ejercicios. Todos los hice. El manejo del silbato, según confesó con su clamor fue; “¡hermoso, hermoso!”.
Al final, me pidió el número de teléfono y con gusto se lo proporcione, como usted me dictó el suyo.
TERCERO: No es bueno impartir un curso, si trae problemas personales, de lo contrario su rabia la va a deshogar contra alguno de sus oyente, como le pasó conmigo. Eso hace que no le tomen sabor a la enseñanza-aprendizaje. Menos que confiemos en usted.
Estoy dispuesto a auxiliarle a estructurar sus clases con introducción, desarrollo y conclusión; ya que tengo 28 años como docente en educación superior. No debe hacerlo "al vapor" como usted mostró que andaba perdido en lo que quería impartir, sin seguir ningún plan de trabajo.
Fue claro en decirme, que "cada quien es responsable de sus actos..", le recuerdo que la educación, sencillez, humildad y buen trato a los demás lo hacen que se distinga.
¡Ah!, una disculpa, pero no conozco su trayectoria: Espero tenga una muy buena y si es así, no la enlode con sus actitudes nefastas y soberbias, porque los árbitros sufrimos mucho este tipo de arranques de psudos jugadores antideportistas, como usted sabe ¡muy bien imitarlos!: porque si embarra su recorrido es difícil quitarse la mancha. Le sugiero que haga lo psible siempre de que sus oyentes disfruten y gocen su charla/clase.
San
Diego, California a 20 de Noviembre de 2022.
A sus órdenes,
Rafael Michel.
Árbitro.
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