Rafael Michel.
Mientras que la mayoría de los profesores de...
los diferentes Estados de la República Mexicana,
son disciplinados,
unos cuantos luchan
por los derechos
que ya se han ganado.
Los dirigentes del SNTE -Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación-, deben estar muy orgullosos por lo disciplinados y tranquilos que son el más del 90 por ciento de los agremniados, pero...
hay mucha inquietud. De eso ni dudarlo.
Mucha molestia.
¿Qué sucede?
Pues la reforma laboral -que se dice es educativa- los trae a raya.
En el artículo de la Jornada, nacional, se hace una reflexión importante sobre las afirmaciones de la Sra. Sylvia Schmelkes quien funge como presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación.
Las recientes declaraciones de Sylvia Schmelkes,
presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE),
son, por decir lo menos, espeluznantes. Más allá de su curioso y constante
parafraseo condicional (¿para curarse en salud?), lo cierto es que la doctora
hizo afirmaciones muy graves, que desnudan y descalifican lo que ha sido el
corazón discursivo de la mal llamada reforma educativa. Veamos.
Luego de aceptar que la referida reforma, tal como
está, pudiera no ser la que requieren el país y el magisterio, la directora del
INEE afirma que hay cosas que se podrían mejorar de la ley... pero creemos que
en este momento el ejercicio se tiene que centrar en qué se puede hacer sin la
necesidad de modificarla, porque si nos metemos a eso es un proceso que puede
tardar muchísimo tiempo, además puede dar como resultado cosas que no están ni
siquiera previstas.
Es decir que la presidenta INEE nos dice que tienen
prisa por hacer las cosas, aunque sea mal, y que para evitar incertidumbres,
más vale malo por conocido que bueno por conocer. No puedo más que especular
respecto a las razones de su prisa, que bien se pueden deber a motivaciones
políticas incluso de otras, como serían las ensoñaciones presidenciales del
inefable secretario de Educación Pública, pero respecto a su miedo a la
incertidumbre, no es necesario especular, ya que Schmelkes nos confiesa de
dónde le viene: A lo mejor se hubiera podido considerar, antes de emitir las
leyes, cuáles podrían ser los diferentes escenarios de sus consecuencias,
(pero) eso es algo que no se hizo. Si bien es comprensible que la doctora tema
que en una nueva reforma se repita la hechura en las rodillas de la actual, su
confesión desnuda un asunto muy grave, pues nos habla de una terrible
improvisación que debiera estar ajena a cualquier proceso de reforma
constitucional y sin duda a uno que pretendía cambiar el sistema educativo.
Por si fuera poco, entre las consecuencias no
previstas (¡porque nunca escucharon a los maestros ni a decenas de
especialistas educativos que se los advirtieron!), la directora del INEE
identifica al rechazo categórico y masivo de los profesores a la reforma, el
cual, nos dice, se explica porque como se está leyendo ahora, e incluso cómo se
está aplicando en algunos casos, puede no ser la reforma que necesite el
magisterio, y eso es lo que nos están diciendo los maestros, así no.
Es decir, el rechazo magisterial y social se explica
porque las autoridades educativas no entienden ni aplican correctamente la
reforma, lo cual ella ejemplifica con que hasta la fecha lo que tenemos es
evaluación, evaluación y evaluación, y todo lo que debe derivarse de ella, sobre
todo a nivel de formación y apoyo para la escuela, no está fluyendo,
particularmente a partir del Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela.
Sin duda que su dicho es un duro golpe al secretario
Nuño, pues diplomáticamente lo señala de inepto; sin embargo, aún cuando creo
que atina en cuanto a las probadas incompetencias del secretario, quien, sin
duda, con su probada vocación policiaca ha contribuido a complicar y enconar el
conflicto magisterial, estoy convencido que la directora del INEE se queda muy
corta en explicar el rechazo magisterial a la reforma. Para no hacer el cuento
largo, pues existen muchos elementos ya señalados por los propios maestros,
sustentaré mi afirmación en una más de las confesiones realizadas por Scmelkes,
quizá la más grave de todas, pero que pinta de cuerpo entero uno de los
problemas centrales de la mal llamada reforma educativa: la evaluación.
Luego de reconocer que la única forma de saber cómo
se desempeña un maestro es observándolo en el aula, la directora del INEE, nos dice:
Pero cuando metimos números y sobre todo logística, implicaba capacitar
evaluadores que fueran capaces de evaluar a los maestros en el aula, y no una
vez, sino varias, y no un solo capacitador, sino al menos dos. Cuando
confirmamos esto, vimos que no era posible, por eso diseñamos instrumentos
cualitativos. Es decir, como no se podía hacer lo que se debería hacer, lo
sustituyeron por algo que ni remotamente se acerca al método cualitativo de la
observación apropiada, directa y prolongada del desempeño docente en las aulas:
un champurrado de exámenes estandarizados y eso que ella llama instrumentos
cualitativos y que no son otra cosa que textos que deben elaborar los maestros
en su examen. En palabras llanas, lo que nos confiesa la directora del INEE es
que, como no podían acceder a la única forma de saber cómo se desempeña un
profesor en el aula y evaluar lo que se debía evaluar, decidieron inventarse
instrumentos que no evalúan lo que pretendían evaluar ¿Así o más claro?
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