Las pérdidas en ventas por más de mil
millones de dólares sólo en los comercios de San Ysidro, en la frontera de
California con México, el cierre de 200 negocios y 2 mil trabajadores
despedidos, son algunos de los saldos que dejaron los casi 20 meses de
restricciones al cruce terrestre debido a la pandemia de covid-19; se espera se empiecen a recuperar al iniciar la presente semana.
Hace unos días, el gobierno
estadounidense anunció que el 08 de noviembre de 2021, después de casi 20
meses, reabrirá la frontera terrestre con México a cruces no esenciales de
personas completamente vacunadas con vacunas reconocidas por ellos o la
Organización Mundial de la Salud y según la definición de cada fabricante, lo
que en la mayoría de los casos es 14 días después de la segunda dosis.
El gobierno mexicano se esfuerza en
hacer creer que esta reapertura es producto de sus gestiones y cuando estaba
cerrada llegó a decir que era un acuerdo conjunto y hasta que se trataba de una
propuesta mexicana.
Nada de eso es cierto, la decisión de reabrir la frontera, como en su momento fue la de cerrarla es totalmente estadounidense. Tan es así, que en la práctica la frontera solo se cerró en el sentido sur a norte y para entrar a México no hubo restricción alguna. De hecho, si hubiera sido decisión mexicana cabría preguntarse entonces porque no se cerró al entrar a México o porqué se mantuvo abierta la frontera sur; así lo consideró el director ejecutivo de Smart Border Coalition, Gustavo de la Fuente.
Confió en que con la reapertura el
próximo 8 de noviembre —anunciada por la administración Biden una vez que disminuyeron
los contagios y aumentó la vacunación en ambos lados de la frontera— comenzará
la recuperación de la pequeña economía que son los negocios que en gran medida
dependen de los compradores mexicanos en ciudades como San Ysidro, Calexico,
Arizona, Douglas, El Paso, Laredo, McAllen y Brownsville.
Smart Border Coalition es una
organización que se encarga de medir el movimiento económico y proponer
soluciones logísticas en la franja fronteriza, entre Tijuana y San Diego.
“Los efectos en general han sido
devastadores, sobre todo para el lado americano de la frontera, estoy hablando
de las ciudades que están justo en la frontera, las ciudades pequeñas en
algunos casos, que realmente dependen de los compradores, de la clientela
mexicana que cruza todos los días.
“Nada más citar el caso de San
Ysidro, ellos dejaron de vender mil millones de dólares, ahora si multiplicas
eso varias veces por el resto de las fronteras, estamos hablando de miles de
millones de dólares”, subrayó.
De la Fuente señaló que el reto que
enfrentarán las autoridades de Estados Unidos, particularmente los funcionarios
de Aduanas y Control Fronterizo (CBP), será lograr cruces fluidos a partir de
esta segunda semana de noviembre en que miles de personas regresarán a su vida
habitual, pero con medidas sanitarias que deben cumplir.