Rafael Michel
La revolución democrática árabe es considerada la primera gran oleada de protestas laica y democrática del mundo árabe en el siglo XXI.
Las protestas, de índole social y en el caso de Túnez, apoyada por el ejército, estuvieron causadas por factores estructurales y demográficos, unas condiciones de vida duras arraigadas en el desempleo, a lo que se añadían regímenes corruptos y autoritarios cuyo mal hacer fue revelado por las filtraciones de Wikileaks. Según explica Pedro Fuentes desde el PSOL estos regímenes, nacidos de los nacionalismos árabes de entre las décadas de 1950 y 1970, se fueron convirtiendo en gobiernos represores que impedían una oposición política creíble que dio lugar a un vacío llenado por movimientos islamistas de diversa índole.
Juan Goytisolo lista otras causas de las malas condiciones de vida, además del desempleo y de la injusticia política y social de sus gobiernos; éstas radican en la falta de libertades, la injusticia social, la alta militarización de los países y la falta de infraestructuras en lugares donde todo el beneficio de economías crecientes va a parar a manos de unos pocos corruptos. Manuel Castells las amplía con los encarcelamientos oscuros.
Algunos han analizado por qué estas revoluciones no pudieron ocurrir antes. Se ha dicho que hasta la Guerra Fría los países árabes supeditaban sus intereses nacionales a los de las superpotencias estadounidense y soviética, enfrentadas por la hegemonía global. No es hasta el fin de la Guerra Fría cuando, salvo excepciones, se permite a estos países mayor libertad política, coincidiendo con un amplio proceso de globalización que difundió las ideas de Occidente y que a finales de la primera década del segundo milenio terminó por tener una gran presencia de las redes sociales, que en 2008 se impusieron en Internet. La Red, a su vez, implementó su presencia en la década de los 2000 gracias a los planes de desarrollo de la Unión Europea.
La mayoría de los manifestantes fueron jóvenes (no en vano las protestas de Egipto han recibido el nombre de revolución de los jóvenes),cercanos a Internet y cuya principal diferencia con sus generaciones predecesoras es que cuentan con estudios básicos, e incluso a veces superiores y universitarios.
Por último, la profunda crisis económica que sumió a los países del norte de África, junto con casi todo el resto del mundo, en una pobreza más acuciante, fue un detonante al producir la elevación del precio de los alimentos y otros productos básicos, provocando la hambruna en la población más pobre.
A estas causas compartidas por los países de la región se añaden otras particulares. En el caso de Túnez, la cantidad de turismo internacional y en especial europeo que recibía consiguió un mayor arraigamiento de las ideas occidentales; Túnez poseía, además, un gobierno menos restrictivo. Su economía estaba en manos de unas pocas familias oligarcas que asumían muchas de las filiales de grandes empresas extranjeras, especialmente francesas, que copaban los sectores turístico, financiero, distribución comercial, telecomunicaciones, seguros e industria. El gobierno de Ben Ali estaba además bien visto por la Unión Europea, con quien firmó un tratado de libre comercio en 2008, desplazando su industria allí debido a los bajos salarios tunecinos.
El régimen de Ben Ali había logrado un crecimiento sostenido pero concentrado en unas pocas clases ricas situadas en las costas norte y noreste, en tanto que el resto del país era pobre. Esta pobreza se acentuó a partir de la crisis económica de 2008, que redujo el empleo y los salarios. Los parados llegaron (en cifras oficiales, probablemente a la baja) a situarse entre el 20% y el 30% de la población del país, pero con un porcentaje del 60% entre los menores de 30 años, donde cerca del 75% de la población no supera esa edad; es importante contar aquí a las mujeres, que en Túnez no sufren la represión islámica de otros Estados.
Así, probablemente la falta de expectativas de una vida decente para la juventud fue un detonante mayor que la carestía de los productos básicos.
Todo ello terminó desembocando en la inmolación a lo bonzo de un joven de 26 años, Mohamed Bouazizi, debido a sus problemas económicos, desatando una ola de manifestaciones en Sidi Bouzid que se extendió desde las periferias de Túnez hasta su misma capital y terminó por derrocar al gobierno. Otra particularidad de Túnez es que, al contrario que por ejemplo en Libia y Siria, su gobierno no había otorgado privilegios empresariales y cargos gubernamentales sistemáticamente al ejército. Éste se puso del lado del pueblo tunecino, desobedeciendo las órdenes de Ben Ali.
Es fácil entender cómo un archivo puede ser visto como una ventana al pasado, para investigadores y estudiantes; en expediente privado -donde escribimos dos, Rafael Abraham Michel y Rafael Mario Michel- guardamos mucha información que a la postre ya hacen la historia y que queremos compartir con los lectores, que son lo mejor que tenemos. Sus críticas y comentarios son bienvenidas y super especiales, que las tomaremos en cuanta en: micro_cuate@hotmail.com, microcuate@gmail.com.
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