Rafael Michel.
Cómo olvidar aquél 16 de diciembre de 2009 ya que la balacera duró poco más de cuatro horas. Parecía película de cine, los noticieros la televisaron en vivo y en directo en todo el país desde Tijuana hasta Quintana Roo. Seis días duró la cacería. Inició en Ahuatepec, Morelos. Cerca del la capital del país de México. Arturo Beltrán Leyva, apodado El Barbas, estaba en una fiesta con el Rey del Acordeón, Ramón Ayala, y con los Cadetes de Linares. Hasta allá llegó la Marina. Intentó capturarlo, pero se le fue. Le siguió el rastro, a él y a varios de sus más cercanos colaboradores hasta que ayer en la tarde dio con él. Y lo mató.
Fueron horas en los que se escuchó un intenso tableteo de las ametralladoras de uno y otro bando, que sólo era interrumpido de cuando en cuando por los estallidos de granadas de fragmentación que los pistoleros que lo protegían lanzaban.
Beltrán Leyva, El Barbas, La Muerte, El Botas Blancas, El Jefe de Jefes, el enemigo más peligroso de Joaquín El Chapo Guzmán, el hombre buscado por los gobiernos de México y Estados Unidos, quedó abatido, desangrado sobre los pisos del lujoso condominio Altitude, ubicado sobre la calle Alta Tensión en Cuernavaca, Morelos, el mismo estado en el que estableció su feudo y donde se escondía, de acuerdo con versiones difundidas desde hace años, junto con otros capos.
Lo cercaron. Tuvo capacidad para mantener a raya durante varias horas a las fuerzas de la Armada de México. Pero en un momento de la noche, sus círculos de seguridad colapsaron. Los marinos llegaron a metros de El Barbas, que era protegido por el último círculo de su escolta. Intercambiaron disparos, el capo y tres de su séquito perdieron el duelo. Uno más de sus guardaespaldas se suicidó.
Esta vez, a diferencia de las ocasiones anteriores en las que casi lo capturan, no hubo quien le diera el “pitazo”. La Armada tuvo el tiempo de seguir una pista que obtuvo de uno de los detenidos en la fiesta de Ahuatepec, quien dijo que vivía en una de las torres del condominio Altitude.
Beltrán Leyva escogió en lugar muy visible para esconderse después de que escapó el viernes pasado de la Marina. El condominio se ubica a 500 metros de la casa del gobernador y a 350 del Zócalo de Cuernavaca, Morelos.
Los marinos irrumpieron en el fraccionamiento y cada una de las viviendas de las torres fue cateada. Los habitantes fueron concentrados en un gimnasio ubicado dentro del mismo complejo que tiene albercas y cuyos departamentos, el más pequeño de 136 metros cuadrados, tienen un valor mínimo de 3 millones de pesos.
Desde el exterior comenzaron a llegar refuerzos para intentar impedir que Beltrán Leyva fuera detenido. Desconocidos lanzaron granadas desde una camioneta en contra de dos helicópteros de la Marina que se encontraban estacionados en un campo de la Cruz Roja, aledaño al condominio. Otro grupo de pistoleros, a bordo de otra camioneta atacó a los marinos que resguardaban el acceso principal del fraccionamiento. Los elementos de la Armada repelieron el ataque.
Después de un recorrido los marinos encontraron los cuerpos de dos sicarios, por lo que la operación militar terminó con un saldo de siete muertos, todos ellos del cártel. De lado de la Armada tres marinos fueron heridos por esquirlas de granada, pero ninguno de ellos tiene lesiones de muerte.
Quién era “La Muerte”
La operación para capturar a Beltrán Leyva no podía ser menor a la que se desplegó. Se trataba de uno de los hombres más violentos, que junto con sus hermanos, Alfredo [preso] y Héctor [prófugo], dirigían el cártel que fue bautizado por las autoridades y sus enemigos con sus propios apellidos y que nació luego de que se separaron del cártel de Sinaloa, que encabeza El Chapo Guzmán, junto con Ismael El Mayo Zambada e Ignacio Nacho Coronel.
Los hermanos Beltrán Leyva, lugartenientes y jefes de seguridad de los capos del cártel de Sinaloa, abandonaron la organización luego de que Arturo Beltrán Leyva culpara a Joaquín El Chapo Guzmán de haber entregado a las autoridades federales a su hermano Alfredo, El Mochomo.
Tras la ruptura con el cártel, los Beltrán se independizaron e iniciaron una sangrienta guerra por el control de plazas como Morelos, Sinaloa, Guerrero, el estado de México, el Distrito Federal y por el control del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Arturo Beltrán Leyva formó un grupo armado, al que dotó de sofisticado armamento, e hizo bordar sus chalecos antibalas negros con las iniciales FEDA [Fuerzas Especiales de Arturo] en grandes letras blancas en el dorso.
Sabiendo su poder de fuego y que había logrado penetrar hasta la médula la Procuraduría General de la República, pues compró al zar antidrogas nacional y varios de los más altos mandos de la SIEDO, planeó un asalto a las instalaciones de la PGR para rescatar de los calabozos a su hermano El Mochomo.
A El Barbas también se le atribuye el haber logrado establecer un pacto con Los Zetas y con el cártel de Juárez para acabar con El Chapo Guzmán.
Su refugio, su tumba
La ciudad de Cuernavaca estaba destinada a ser el lugar en el que vivo o muerto caería tarde o temprano Arturo Beltrán Leyva, un originario de Badiraguato, donde nació hace 48 años.
Arturo Beltrán Leyva pudo haber sido capturado la tarde del pasado miércoles 7 de mayo de 2008 en Morelos. De acuerdo con la Policía Federal (PF), ese día una camioneta con las características de la flotilla que utilizaba el operador del cártel de Sinaloa, Arturo Beltrán Leyva, transitaba por la Autopista del Sol, procedente del estado de Guerrero.
Era escoltada por cuatro vehículos con hombres fuertemente armados. Una patrulla de la Policía Federal los siguió de cerca. Por la frecuencia especial se recibió la orden de detenerlos.
A la altura de la caseta de Alpuyeca se les marcó el alto, pero las camionetas aceleraron. Salieron de la Autopista del Sol y tomaron la carretera que conduce a la zona sur del estado de Morelos, por el poblado de Xoxocotla. Tomaron la desviación hacia el Lago de Tequesquitengo.
Tres kilómetros más adelante, dentro de la zona poblada de Xoxocotla, los agentes federales alcanzaron a dos vehículos de la retaguardia del convoy: Una camioneta color arena, sin placas y con permiso de circulación del estado de Morelos, y una color blanco con placas del DF.
Ahí se dio un enfrentamiento. Resultó muerto el presunto gatillero José Guadalupe Esparza Sánchez, originario de Navolato, Sinaloa. También quedó herido el policía federal Alejandro González García, quien murió al ser atendido en un hospital de Cuernavaca. Dos sicarios fueron detenidos en el lugar.
Las escolta fue efectiva, cayeron algunos, pero El Barbas escapó.
Como muestra de su poder, horas después de la frustrada operación de captura, el comisionado de Seguridad Regional de la Policía Federal fue asesinado en el interior de su casa, justo cuando regresaba de haber coordinado desde sus oficinas el operativo para detener a Beltrán Leyva. La Muerte había ordenado su ejecución.
Ahora todos se reacomodan. Pero la Cultura de la Legalidad y los Valores Humanos deben de prevalecer, cueste lo que cueste.
Es fácil entender cómo un archivo puede ser visto como una ventana al pasado, para investigadores y estudiantes; en expediente privado -donde escribimos dos, Rafael Abraham Michel y Rafael Mario Michel- guardamos mucha información que a la postre ya hacen la historia y que queremos compartir con los lectores, que son lo mejor que tenemos. Sus críticas y comentarios son bienvenidas y super especiales, que las tomaremos en cuanta en: micro_cuate@hotmail.com, microcuate@gmail.com.
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