“tuercas”
Rafael
Michel
El canal del río Tijuana, sigue con su imagen deteriorada. No se puede terminar con los compatriotas que en ese sitio encuentran su lugar, para dormir o pasar las mañanas, tardes y noches. El año pasado, más de 300.000 mexicanos fueron expulsados de Estados Unidos. Decenas de miles de ellos a través de Tijuana, la vibrante ciudad empotrada y que es la más visitada del mundo y se ubica, en el desierto del noroeste de México.
¡Bendita
Tijuana!, en sus 125 años de vida y sigue sufriendo estas situaciones sociales.El canal del río Tijuana, sigue con su imagen deteriorada. No se puede terminar con los compatriotas que en ese sitio encuentran su lugar, para dormir o pasar las mañanas, tardes y noches. El año pasado, más de 300.000 mexicanos fueron expulsados de Estados Unidos. Decenas de miles de ellos a través de Tijuana, la vibrante ciudad empotrada y que es la más visitada del mundo y se ubica, en el desierto del noroeste de México.
Durante una gira de trabajo que lleva a cabo la presidente de la Comisión de Asuntos Migratorios, senadora Ana Gabriela Guevara Espinoza, urgió a los tres órdenes de gobierno a atender los problemas que aquejan a las personas migrantes e indigentes que permanecen en esta frontera, en especial en la zona llamada “El Bordo”.
Guevara Espinoza llegó a las instalaciones del Desayunador Salesiano “Padre Chava”, ubicado en los límites con el área conocida como “El Bordo”, acudió acompañada de legisladores mexicanos y centroamericanos.
Explicó
que –a través de esta visita- sus compañeros conocerán de “primera mano” la
realidad que viven en la frontera, los deportados y migrantes que por diversas
situaciones quedan varados.
Serpenteando
- serpentear v. intr. Moverse en zigzag,
avanzando haciendo curvas como las serpientes- la frontera con Estados Unidos,
el canal del río Tijuana arrastra consigo aguas negras y deshechos, pero también
la suerte de cientos de deportados mexicanos y centroamericanos que se hunden
en las drogas y la marginación, separados de la vida que habían construido. Se
había anunciado que los iban a retirar, pero la autoridad no cumplió. Es
imposible, diariamente llegan cientos de inmigrantes.
El
génesis –principio u origen de alguna cosa- de muchas de estas historias se
encuentra en el inmaculadamente blanco capitolio de Washington, donde los
legisladores estadounidenses no acaban de aprobar una reforma migratoria que
abriría la vía a la ciudadanía a 11 millones de inmigrantes ilegales. Mientras,
la cifra de más de dos millones de deportados en la administración del
presidente Barack Obama sigue inflándose.
Bajo
tórridas temperaturas, los deportados pasan obligadamente por un puente
envuelto en olores de basura fermentada y orines. El primer paisaje que ven de
su patria está plagado de montañas de residuos hurgados por perros sarnosos y
heroinómanos inyectándose su dosis diaria de olvido.
Se
trata de El Bordo, el canal de desagüe
de dos kilómetros cuyas orillas son habitadas por cerca de 1.000 indigentes.
Más del 90% de ellos fueron deportados de Estados Unidos y sus vidas se fueron
estancando en este rincón de Tijuana desde hace meses e incluso años, hasta
ahogarse -en centenares de casos- en el abismo de las drogas.
Anteriormente,
la inmensa mayoría de las deportaciones correspondían a personas arrestadas en
la frontera cuando intentaban cruzarla clandestinamente, y muchas de ellas
volvían con facilidad a sus pueblos de origen, explica a la AFP Ernesto
Hernández, un sacerdote local que defiende los derechos humanos. Pero ahora
deportan a gente que ya llevaba años instalada en territorio estadounidense, no
tienen a nadie en México. Así, prefieren quedarse en El Bordo, "lo más
cerca posible de su familia y acechando la primera oportunidad para
volver" a las vidas que dejaron del otro lado de la frontera, añade.
-
Vertiginosa caída - que
se realiza a un ritmo e intensidad acelerados.
En
estas circunstancias, pasar de la deportación a la indigencia es una cuestión
de días, y el camino hacia la drogadicción se acorta a medida que la estancia
de los deportados se prolonga en El Bordo.
Tras
vivir cinco años en el canal, "yo era un alcohólico adicto: cristal,
marihuana, cemento, psicotrópicos, cocaína...", cuenta Julio Romero, un
hombre de 60 años originario de Ciudad de México y deportado hace seis años,
quien lleva seis meses aferrándose a la sobriedad, a su nuevo oficio de
limpiabotas y a su "Santa Biblia".
La
única solución viable –dijo Ana Guevara, la ex campeona mundial de atletismo.-
es alzar la voz y trabajar en coordinación con las autoridades, “es una
impotencia bajar ahí”, en referencia al recorrido que realizó por la
canalización, y en el interior de ésta, ver algunas pequeñas chozas
improvisadas, conocidas como los “ñongos”.
Reconoció
que como legisladora, lo único que puede hacer es exhortar y “apretar las
tuercas” para que lo hagan, ya que se trata de un tema del Ejecutivo federal y
estatal, “buscaré una reunión con el secretario de Gobernación”, para conocer
lo que realizarán en este tema en específico